¿Mande?. Ya sé, suena medio a broma. Ni siquiera tenemos una forma inteligible de denominarlo.
Para entendernos, es lo contrario a fiarlo todo al Software pirata en la empresa.
Lo que opino sobre los abusos como fabricante o como usuario, ya lo hemos plasmado en esta
otra entrada, por eso ahora vamos a centrarnos en
por qué tiene sentido preocuparse de qué programas estamos utilizando en la empresa … o en el colegio de nuestros hijos, ¡andá!.
Perdida la esperanza en el sentido común en esto del uso/consumo informático, proliferaron los conglomerados de buenas prácticas en tecnología. Empezaron con criterio y constancia los ingleses, consolidándolo en
ITIL® (notable la v3). Con la pausa propia de palacio, ya disponemos también de una norma internacional: «la
ISO 20000» (explicada desde cero por
J. Garzas).
Mira qué bien. Sin embargo, aquí nos quedamos sólo con
una idea, presente en ambos compendios de buenas prácticas:
establézcase una visión organizada de los bienes existentes (en una Base de Datos de Gestión de la Configuración,
CMDB en inglés).
Esta simple conclusión es fruto de un largo proceso de introspección, como decimos, iniciado por los ingleses pero consensuado ya a nivel mundial. Se han ganado que le otorguemos un margen de confianza.
La misma confianza que tenemos en nuestra abuela. Sin duda, ella también nos diría que intentemos aunar herramientas y procedimientos de trabajo en la compañía. Beneficios directos: crear y compartir una cultura (tecnológica) común. Estos beneficios catapultan nuestra organización hacia un nivel de productividad conocido y estable: una misma actividad consume los mismos recursos en todas los ámbitos de la organización. ¡ Revolucionario !
Bien, ya tenemos una ventaja directa: una productividad predecible.
Entendido. Busquemos entonces que estos activos software encajen con nuestra capacidad económica. No nos pongamos creativos, no nos empeñemos en tirar de la versión «SuperPlus MásQueProfessional» para todas y cada una de las herramientas. Ajustemos el tamaño del cañón al de la mosca que pretendemos cazar. ¡Ah! y tampoco obliguemos a nuestro entorno (clientes, proveedores, aliados) sin consenso previo: «si tú puedes, (igual) tu vecino no puede» … o no quiere.
No nos llega. No podemos con el Software de Libre Distribución. Bueno, no está todo perdido.
La nube acude al rescate. ¿Cómo?, ha conseguido forzar nuevas formas de comercialización, el denominado «Pago por Uso del Software». Cambiamos una inversión a amortizar por un consumo alineado con el éxito. Más mimbres: el software de segunda mano también se asoma vigoroso en lontananza. Con o sin crisis.
Pero, por desgracia, los vertiginosos avances tecnológicos también nos traen una manzana envenenada: la virtualización.
Sí, ya sé que hemos dicho que la nube acudía al rescate. Es cierto, pero su prima «la Virtu» nos la puede jugar. Y mucho.
Resintonizando: estamos centrados exclusivamente en la gestión de los activos de la compañía, en particular, de los activos software. Por tanto, si por obra y gracia de la virtualización hemos pasado a tener un consumo 10 ó 100 veces mayor de productos comerciales, tenemos un verdadero problema. Así de simple.
Si el producto software que estamos consumiendo es comercial, y no admite el pago por uso, crear una nueva máquina virtual nos supone incurrir en nuevos gastos.
¿Cómo lo mitigamos? con 5 reglas firmes … y de rango compañía:
- El producto de Libre Distribución es válido, si lo tenemos homologado en la empresa. Mejor aún con soporte.
- Un caso modélico es el ecosistema para desarrollo software de Clinker.
- Ha dejado de tener sentido adquirir licencias del tipo OEM. Son un pésimo negocio.
- Emitidas por un «Fabricante de Equipamiento Original» (risas)
- Vinculadas a un hardware en particular (número de serie, más risas)
- NO son trasladables de un equipo a otro
- NO se pueden revender sin el equipo original
- Raramente admiten actualizaciones a versiones más recientes
- El que la hace, la paga. Políticas internas de pago por uso ayudan a racionalizar el consumo.
- Las plantillas base deben llevar estrictamente el software comercial imprescindible. Desinstalar el software que no se usa es tu amigo.
- Se necesita un cuadro de control y seguimiento, sustentado desde la gestión de activos software.
En resumen, tengamos la mente en la nube pero los pies en el asfalto. Como bien dijeron los de
Pirelli:
«La potencia sin control, no sirve de nada»
Una pregunta de despedida:
¿Te parece razonable seguir vinculando la comercialización al hardware?
Si te animas, estaremos encantados de tratarlo en los comentarios.
Hola, buenas:
Es todo un honor que hayáis usado a Clinker como ejemplo de algo. Desde klicap, os lo agradecemos muchísimo.
Un saludo
Buenas Manuel, estaba fácil la cosa. Ojalá tuviésemos ejemplos tan buenos para las demás reglas, pero …
Muchas gracias por la información que nos dan en este post, yo tengo una pequeña empresa no tengo mucha experiencia en lo que son estos software, espero que sigan publicando post como este. Quiero aumentar la productividad de mi empresa para poder llevar a ser alguien en el mercado.
Buenas Liriano, aumentar la productividad de la empresa es un reto al que todos nos estamos enfrentando continuamente, así que, bienvenido al club! 😉
La inquietud por mejorar y buscar alternativas es básica para el éxito.
Saludos y gracias por participar.