Me ha llamado Isidoro, el del garaje, para decirme que ya no necesitarán más de mis servicios de Consultoría, Soporte y Mantenimiento. Mi aplicación en Visual Basic para gestión de garajes (bueno de SU garaje), ha sido descontinuada. La han cambiado por una de esas vía web que te lo hacen todo en un pispas, y a unos míseros euros al mes (bastante más de lo que yo le cobraba).
Ah, qué recuerdos. Me parece que fue ayer cuando mi padre, orgulloso, inició el ambicioso plan “Software for Reparations”, o cómo aprovechar que tu chico estudia informática para que el Isidoro nos arregle los coches gratis.
Aquello era artesanía… Pura artesanía. Isidoro pedía, yo apuntaba, me permitía (oh sacrilegio) el lujo de proponer nuevas ideas, que, obviamente, eran aceptadas en el momento, y me iba a casa a programar, pensando que el mundo dependía de la infraestructura de gestión de ese garaje.
Al mismo tiempo, podíamos sacar adelante los dos coches (uno de ellos con bastantes achaques), sus revisiones y bastantes piezas de repuesto by the face, con un plus de orgullo paterno que dejaba a los Mozart a la altura de los Channing.
Pero lo peor estaba por llegar. ¡Qué puestas en producción!. ¡Cuántas horas a solas en ese despacho! (NADIE jamás ha pasado tanto tiempo seguido en el despacho de un taller). Cuántos episodios borgianos meditando sobre el carro sin fin de una Matricial mucho más lista que yo. Cuantísimas ideas sobre la marcha de Isidoro, que de informática no sabía, pero de tonto no tenía ni un pelo… Cuanto tiempo. Pura artesanía.
Después de varios sustos de campeonato, en el que el negocio estuvo a punto de irse a pique, estabilicé el bicho, y hasta hoy, sólo ha habido que hacer pequeños ajustes.
Si hubiera cobrado como hoy sé que se cobran otros trabajos artesanos, no me hubiera hecho falta trabajar. Hubiera podido quedarme con el negocio de Isidoro.
Y sin embargo, viene un software frío, industrial, hecho “a la churrera”, estable, avanzado, bonito y… barato.
Si no trabajase con mis colegas de la Software Factory de Panel, y viese el mismo o más entusiasmo que el de un artesano, diría que el artesano del SW ha muerto.
Pero no… sólo ha cambiado de dedicación. Ahora dedica su saber en el diseño de procesos, en la integración de herramientas, y en ese importantísimo “toque” final para el usuario. La Industrialización del Software no mata al Artesano.
El polvo del garaje, sí.
Me suena ‘muy familiar’ esta historia. Juraría haberla escuchado en boca de una de las personas que más saben de esto…
Un saludo.
Jose Soto.
Ja, ja. Es verdad. A tí no te tocó echarme una mano por los pelos. Pero te hartase de “batallitas”…. Pues ya no hay. ¡Viva la industrialización! (del software y de la automoción!
Pingback: #AOS2012 alea jacta est - Panel Sistemas